domingo, 14 de febrero de 2010

Encuentro con el maestro (dokusan)


El Budismo Zen es un Camino de Conocimientos que ha sido recorrido, una y otra vez, por distintos hombres y mujeres, de distintas razas, pueblos y contextos socioculturales. Es un cuerpo vivo que sigue actualizándose en este presente continuo. Su meta no es otra que conducir a la clarificación de las grandes preguntas que a todos nos ocupan, tales como quién soy yo o qué es esto. Para encontrar la sabia respuesta a estas cuestiones el Budismo emplea una metodología específica y bien determinada, esto es, el cultivo sistemático de la atención consciente. De hecho, en uno de los textos principales de esta tradición, el Satipathana Sutra se dice:

“La mejor herramienta para salir de las redes del sufrimiento
es el cultivo y la práctica de la atención”


El Zen es una didáctica de la conciencia que hunde las raíces de sus milenarias enseñanzas en el desarrollo de la atención plena a cada instante. Muchas son las fases por las que atravesamos los practicantes desde que nos iniciamos en esta Vía del Despertar; algunos paisajes son angostos y estrechos y generalmente la tendencia que solemos sentir es la de salir huyendo, o bien podemos vernos encendidos por el fuego de la ira, la cólera o la maledicencia. Por el contrario, en otras ocasiones se presentan ante nuestra conciencia territorios amplios y generosos que generan el impulso del deseo y de apegarnos a ellos. Sin embargo, la ley de la impermanencia es un hecho universal e ineludible que nos puede hacer tambalearnos en este frágil hilo de la existencia humana.


Pero el meditante no está nunca solo en este proceso del darse cuenta. Cuenta con una ayuda inestimable, un Amigo de Bien (kalianamitra en sánscrito), un compañero de camino que ya ha subido y bajado una y otra vez por las cimas de la mente ilusoria y ha encontrado el sendero hacia la verdadera sanación integral que todos ansiamos. Esta figura está representada en el maestro.

No es únicamente en el Budismo donde encontramos la referencia de un guía y orientador de las experiencias. La misma civilización occidental comenzó sus pasos hacia el conocimiento de la mano de pensadores como Sócrates, quien con su método didáctico denominado mayéutico (mayeusis en griego significa “ayudar a encontrar la luz”) situaba a sus discípulos en las experiencias cognitivas.

En el Budismo zen la figura del maestro es una clave en el proceso del aprendizaje de todo practicante, pues lejos de caer en las redes de las auto referencias, siempre tiene la posibilidad de confrontar sus logros, dudas o avances en el camino con el maestro.

El dokusan es un encuentro íntimo y privado en el transcurso del cual el meditante le formula preguntas concretas al maestro a fin de que éste lo oriente. Son preguntas sobre el Dharma, entendiendo este concepto como las enseñanzas fundamentales del Budismo en las que todo practicante serio y honesto con la Vía debe ir profundizando e integrando cada vez más y mejor como un auténtico complemento de la práctica de la meditación.

La traducción de la palabra japonesa dokusan podría interpretarse como "ir a solas para encontrarse con uno de elevada posición", esto es, el encuentro de un estudiante Zen con el maestro en la privacidad del cuarto del maestro.

El encuentro con el maestro no debe ser entendido como una consulta con el psicoterapeuta, o como una acudida desesperada ante un ser compasivo y con capacidad de escucha atenta que va a oírte descargar todas las emocionalidades reprimidas. No, el dokusan debe ser enfocado correctamente desde un principio. Así, debemos saber que cuanto más clara sea la pregunta, más clara será la respuesta y éstas deberán versar, en la medida de lo posible, sobre la práctica. Por supuesto que durante los dokusan surgen distintos movimientos mentales y emocionales pero debemos entender correctamente la figura del maestro zen en nuestra práctica. En el Budismo cada cual asume la auto responsabilidad de su propio karma y de la sanación del mismo. Como tantas veces repetimos, no se debe confundir la luna con el dedo que la señala.

Nunca hay dos dokusan iguales, de la misma manera que no hay dos momentos iguales. A veces el maestro puede manifestarse compasivo y amoroso con el practicantes y otras serio y contundente. La finalidad no es otra que conducir al meditante a la actualización de su verdadera naturaleza original y para ello, el maestro como un bodhisattva más, empleará durante el encuentro (dokusan) los medios hábiles más propicios para que esta experiencia se produzca.

El dokusan es uno de los elementos más importantes del entrenamiento Zen pues le proporciona al meditante la oportunidad de presentarle al maestro todos los problemas relacionados con su práctica (zazen) y de mostrar el estado en que se encuentra en su práctica. Esta manera de otorgar instrucción individual al estudiante, empezó, de acuerdo a la tradición Zen, con las enseñanzas del propio Budha Shakyamuni y ha sido preservada desde entonces.